El agua en la cultura popular

Es bien conocida la relación del agua con las manifestaciones religiosas, culturales y especialmente con los usos tradicionales. Desde tiempos inmemoriales, ríos, manantiales, fuentes, pozos, abrevaderos y lavaderos han sido lugares privilegiados para proveerse de agua, dar de beber al ganado o lavar la ropa. Pero, además, estos lugares, y en especial las fuentes y los lavaderos, siempre fueron espacios de sociabilidad de primera magnitud, al mismo nivel que el mercado, la plaza o la iglesia. Lugares de encuentro y reunión, donde la gente se ponía al día de todo lo que acontecía en la comunidad. Junto a las aguas se celebraban romerías, festejos, fiestas, procesiones, rituales... Una cultura ligada al agua que desgraciadamente ha desaparecido en gran medida. Muchos libros etnográficos recientes pretenden en cada zona salvar del olvido estas tradiciones, costumbres y, en definitiva, la cultura popular que antaño tuvieron las aguas en todas las comarcas y pueblos.

Es evidente la relación del agua con las manifestaciones religiosas, culturales y usos tradicionales. La fuente y el lavadero fueron durante mucho tiempo espacios de sociabilidad de primera magnitud.




Imagen de una de las fiestas del agua que abundan por la geografía andaluza en verano

Sistemas hidraúlicos de captación de agua: pozos y molinos

De la necesidad de satisfacer demandas urbanas o agrícolas en lugares donde el agua superficial no era suficiente o no podía llegar por gravedad, surgen estrategias para salvar desniveles, para transportar aguas a grandes distancias o para aprovechar las aguas subterráneas. Dentro de esta última alternativa, se recurre frecuentemente a minas de agua (los qanat del mundo árabe y oriental) y a pozos manuales (y más recientemente a sondeos, realizados con máquinas de perforación).

Los pozos son captaciones verticales hechas a mano, con el objetivo es acceder a la superficie de la capa freática. Su forma constructiva es cilíndrica y queda elevada sobre el terreno, mediante un brocal o muro, para proteger la excavación y evitar la caída accidental de personas o animales. Cuando el agua a extraer era poca, se solía recurrir a una polea y un cubo (o depósito). Si las cantidades requeridas eran mayores, el sistema utilizado entonces era la noria de sangre, llamada así porque era movida por un animal, generalmente burro, mulo o buey (y solo en épocas modernas por motores). Estos ingenios, fueron utilizados para la extracción de aguas subterráneas ya desde época romana y han caído prácticamente en desuso, totalmente la noria, mientras que los pozos siguen realizándose en zonas rurales para pequeños requerimientos de cortijos y tinadas de ganado.

Los pozos son captaciones verticales realizadas a mano, con el objetivo es acceder a la superficie de la capa freática. La noria era el complemento ideal para extraer el agua, antes de conocerse la electricidad o los motores de explosión. Hoy, ambos sistemas de captación del agua están en desuso.




Típico pozo rural, con abrevadero adosado

Sistemas hidraúlicos de captación de agua: molinos

Un molino de agua es un ingenio que sirve para moler o molturar, utilizando para ello energía hidráulica. Hay referencias a molinos en la Edad Antigua. Vitrubio describe perfectamente el funcionamiento del molino de rueda vertical. En la Edad Media colonizan la mayor parte de las riberas de los ríos, especialmente para moler harina (y aceite en el área del Mediterráneo), aunque se usan también para otros usos (herrerías, batanes, telares, fábricas de luz...). Las aceñas eran los molinos más típicos, los harineros, levantados a las orillas de los ríos, a los que frecuentemente jalonaban en todo su recorrido. La fuerza de la corriente movía directamente una rueda hidráulica vertical de paletas (ruedas vitrubianas), que a través de un sistema de engranajes (catalina y linterna) y de embragues transmitían el movimiento de giro del eje horizontal de la rueda al eje vertical de una piedra de moler. Posteriormente, se idearon ingenios molineros de canal o "de caz", para lo cual se construía una presa o azud, de la que se derivaba el agua del río o manantial hasta conseguir una diferencia de altura suficiente para generar en el salto la energía necesaria (lo que también dependía naturalmente del caudal).

La propiedad y organización de la molienda da lugar a molinos comarcales, señoriales, de abolengo, realengo, etc. En época medieval, los campesinos estaban obligados a acudir al molino del señor y a pagar una determinada cantidad de grano o harina (diezmo). Con el tiempo, muchos molinos pasaron a ser propiedad de órdenes religioso-militares, abadías, señoríos laicos y cabildos o monasterios, que ejercían el monopolio del transporte del grano y de la harina. Con la aparición de la electricidad deja de ser imprescindible el uso de la energía hidráulica y van desapareciendo poco a poco. Hoy son sólo reliquias, muchas de ellas en ruinas, junto a ríos y grandes manantiales.

Un molino de agua es un ingenio que sirve para moler o molturar, utilizando para ello energía hidráulica. Colonizaron las riberas de los ríos, especialmente para moler harina, aunque se usaron también para otros fines (herrerías, telares, batanes, fábricas de luz...). Durante un tiempo fueron estratégicos como piezas de producción de riqueza. Con la aparición de la electricidad deja de ser imprescindible el uso de la energía hidráulica y van desapareciendo poco a poco.




Esquema de molino de agua

Sistemas de distribución: acequias, canales, fuentes, pilares, etc.

Tradicionalmente, el agua se ha conducido hasta las ciudades y los campos de cultivo por acequias, atajeas, zanjas o canales, de muy diferente envergadura, longitudes de trazado y elementos constructivos. Algunas veces bajo tierra y otras en el aire (acueductos) para salvar barrancos y otros desniveles. Ya en destino, el agua se distribuía en las ciudades mediante aljibes, fuentes y pilares, que en época medieval estaban bien repartidos por barrios, al no existir todavía redes domiciliarias, así como obligatoriamente en las puertas de entrada de las diferentes ciudades. En asentamientos de menor tamaño, la fuente fue aglutinando en torno a sí el crecimiento urbano, de modo que al final terminaron convirtiéndose en el centro, muchas veces dentro de la plaza mayor o principal. La funcionalidad y ornato de las fuentes fue cambiando con los tiempos y las diferentes culturas. De hecho, bastantes fuentes se construyeron sin finalidad de abastecimiento. En Al-Ándalus, muchas de ellas eran meramente decorativas, igual que durante el Renacimiento, en el que tenemos numerosos ejemplos de auténticos monumentos.

Tradicionalmente, el agua se ha conducido hasta las ciudades y los campos de cultivo por acequias y canales. Ya en destino, el agua se distribuía mediante fuentes y pilares. La funcionalidad y ornato de estos elementos en las ciudades fue cambiando con los tiempos y las diferentes culturas. De este modo, se pasó de un uso en abastecimiento a otros de tipo recreativo, decorativo e incluso monumental en grandes ciudades.




Acequia para riego en las inmediaciones de la Resinera (Arenas del Rey, Granada)

Sistemas de almacenamiento de agua: aljibes, estanques, pozos, etc.

Una vez que el agua llegaba a su destino, era necesario almacenarla para una mejor distribución, y en algunas ocasiones tratamiento de depuración. Para ello se solían utilizar aljibes o cisternas, construcciones bajo tierra donde el agua quedaba a resguardo de la evaporación y contaminaciones externas. En otras ocasiones, los depósitos eran de menor envergadura o estaban al descubierto cuando se destinaban al regadío. Era el caso de las balsas y estanques, tan abundantes en el mundo rural, construidas con una enorme variedad de técnicas y materiales según las épocas. Hoy día, las nuevas tecnologías han cambiado radicalmente estos elementos. En general, ya son los embalses los grandes elementos de regulación y almacenamiento de agua, que de forma subsidiaria pasan a convertirse en pantanetas y balsas para el riego y en depósitos de hormigón para el almacenamiento del agua en las ciudades. Sin olvidar, que para las aguas subterráneas el almacén por excelencia (completamente natural en este caso) es el acuífero.

Una vez que el agua llegaba a destino, se almacenaba en aljibes o cisternas en las ciudades, y en balsas o estanques en el campo. Hoy día, son los embalses los grandes almacenes de agua y los acuíferos para las aguas subterráneas.




Ejemplo de aljibe

El agua en el medio rural: lavaderos y pilares

Los lavaderos representan la culminación funcional de la fuente o manantial, siempre en el sentido de la corriente. La disposición era la siguiente: nacimiento de agua, pilar (o fuente), abrevadero y lavadero. No obstante, aguas abajo podía haber aún otras estructuras, entre ellas las balsas o estanques, desde las que se distribuía mediante acequias el agua para riego. Los pilares-abrevaderos y los lavaderos eran estructuras generalmente de planta rectangular, cuya misión era facilitar al máximo el acceso al agua. En el primer caso para el abasto de personas y del ganado, y en el segundo el lavado de la ropa (y otros enseres). Los lavaderos dieron lugar a mucha más variedad constructiva, de modo que se puede decir que la tipología existente es enorme. Muy singulares eran los circulares, en los que las mujeres podían conversar con mayor comodidad con todas sus vecinas. Los más avanzados estaban cubiertos y el agua discurría a una altura suficiente para poder lavar de pie. Naturalmente, todos tenían sus piedras o refregaderos.

Durante mucho tiempo, los lavaderos fueron el único espacio reservado a la sociabilidad femenina en el medio rural, hasta el punto de que el acceso de los varones a ellos estaba prohibido o mal visto. Poco a poco han ido desapareciendo, aunque todavía es posible, en pleno siglo XXI, ver algunos de ellos activos en zonas rurales.

Desde el nacimiento o manantial, la disposición funcional de los elementos hidráulicos era la siguiente: fuente o pilar, abrevadero y lavadero. Aguas abajo se encontraba la balsa o estanque, desde el que se producía el reparto del agua para riego a través de la red de acequias.




Pilar junto a la Iglesia de San Sebastián (Arenas del Rey)

Aguadores

El de aguador fue durante mucho tiempo un oficio del que se pudo vivir. En épocas en las que las aguas no llegaban aún a las casas, era necesario su aporte diario, algunas veces desde distancias y desniveles considerables. Para ello estaban los aguadores, que atendían a las familias más pudientes, mientras que el resto seguían acudiendo a ríos, aljibes, fuentes y pilares con cántaros para su abasto diario. Los aguadores distribuían el agua entre la población, muchas veces a pie, pero generalmente valiéndose de animales de carga, e incluso de grandes depósitos tirados por carretas en las ciudades más populosas. También había depósitos en las llamadas tiendas de agua, dentro de las ciudades, desde las que se servía al menudeo. El de los aguadores fue un oficio costumbrista muy atractivo para artistas y viajeros románticos, que los retrataron y pintaron en multitud de ocasiones. Iban pregonando por las calles su presencia y las bondades del agua que llevaban. Algunas veces no era el abasto de la casa lo que se pretendía, sino el simple vaso de agua. En muchas ciudades, las acometidas de aguas domiciliarias no acabaron de golpe con este oficio, que hacía valer que el agua de ciertos manantiales era más pura y saludable que la que corría por depósitos y tuberías hasta las casas. Fueron oficios y personajes muy típicos, recogidos frecuentemente por la literatura española, como el Lazarillo de Tormes y Guzmán de Alfarache, o por la pintura, como la joven aguadora madrileña goyesca y el aguador de Sevilla de Velázquez, entre otros.

El aguador fue durante mucho tiempo un oficio, que consistía en el trasporte del agua de abasto hasta las calles y casas de las ciudades. Normalmente se valían de animales de carga e iban pregonando su presencia y las bondades del agua que llevaban. Fue un oficio costumbrista muy atractivo para artistas y viajeros románticos. Las acometidas de aguas domiciliarias acabaron con este modo de vida tan peculiar.




Postal de un aguador granadino típico

Elementos domésticos del hogar relacionados con el agua

El agua es elemento indispensable en la vida cotidiana, no sólo para beber, sino también para multitud de funciones básicas, como preparación de alimentos, limpieza del hogar, higiene personal, lavado de ropa, etc. La mayor parte de elementos domésticos relacionados con el agua corresponden a depósitos de muy diferente tipo y funcionalidad. Al hilo de la cultura y la tecnología disponible en cada momento, los depósitos de agua han ido evolucionando, incorporando nuevas formas y materiales para hacerlos más útiles, baratos, ligeros o decorativos. En los últimos tiempos, estos depósitos han dejado de tener prácticamente relevancia por la acometida domiciliaria general, de forma que ha sido el grifo el que los ha sustituido. Si acaso, las aguas embotelladas en plástico son ahora las que han tomado el relevo de aquellas frescas aguas que contenían las cántaras y botijos de barro de antaño.

Así pues, los elementos domésticos relacionados con el agua son hoy una reliquia, muestras de tiempos pasados. La mayor parte de las denominaciones que se daban a estos depósitos aludían a sus morfologías y funciones.



  • Aguamanil

  • Jarra de medida mediana o grande con un agujero en la parte inferior donde se ponía un grifo. Se situaba encima de una pica y servía para lavarse las manos. Es característico de las casas de campo y sacristías de iglesias.

  • Botijo

  • Vasija cerrada, con cuerpo globular como depósito, asa superior, generalmente con un gollete grande para llenar y un gollete pequeño para beber a chorro. Puede variar en forma y en medida dependiendo de la tipología. Sirve para transportar el agua y beber a chorro.

  • Cántaro

  • Vasija de gran cuerpo globular como depósito abierto, con un cuello en la parte superior central y una o dos asas laterales. Acostumbra a ser más grande que los botijos. Es característico de las comarcas meridionales y de poniente de Cataluña y de la mayor parte de España y Portugal. Es la vasija de agua más común en la Península Ibérica. Servía para el transporte y almacenaje de agua.

  • Cántaro de carretero

  • Cántaro con un cuerpo casi esférico y un lado plano para apoyarse, normalmente se colgaba de una cuerda atada entre las dos asas. Servía para transportar y beber agua en el carro y en el campo.

  • Cántaro con gollete

  • Cántaro con un gollete para verter el agua. Su forma y su nombre varían según las localizaciones geográficas.

  • Cántaro con pitorro(cantarilla o botija)

  • Es un híbrido del botijo y el cántaro. Tiene la forma del cántaro, pero dispone de un gollete para beber en la parte superior del vientre. Acostumbra a ser más pequeño que el cántaro. Servía para beber agua a chorro.

  • Cantimplora

  • Cantarilla con cuerpo aplanado en las dos caras sin pitorro. Era usado para transportar y beber agua fuera del hogar.

  • Pozal

  • De cuerpo igual que el botijo pero con boca de apertura en la parte superior para llenar y un solo gollete para vaciar. Servía para sacar y transportar agua de los pozos.

La mayor parte de elementos domésticos relacionados con el agua corresponden a depósitos de muy diferente tipología. Al hilo de la cultura y la tecnología de cada momento, estos fueron evolucionando para hacerlos más útiles, resistentes, baratos, ligeros o decorativos. La cántara y el pipo de barro todavía se conservan en el mundo rural.