El origen: un mundo de agua

Paradójicamente, denominamos Tierra al planeta que pisamos, cuando realmente es el agua la que cubre las 3/4 de su superficie. Por esta razón desde el espacio se ve como una esfera azul.

En nuestros días, existen dos hipótesis sobre el origen del agua en la Tierra, la primera de ellas, la teoría volcánica, propone una procedencia primigenia, a partir del magma incandescente inicial, hace más de 4000 millones de años, mediante reacciones a altas temperaturas, explosiones y erupciones volcánicas, se permitió la liberación de vapor de agua que con el sucesivo enfriamiento del planeta se condensó y volvió nuevamente a la superficie en estado líquido, permitiendo el desarrollo de la primera hidrosfera. La segunda hipótesis, la teoría extraterrestre, sostiene que el agua pudo proceder de asteroides que impactaron contra la Tierra. Algunos investigadores defienden que ambas teorías son ciertas y se complementan para explicar la cantidad total y características del agua existente.

Para el origen del agua se barajan varias hipótesis. Algunas indican que su procedencia es primigenia, a partir del magma incandescente inicial. Tras enfriarse, explosiones y erupciones volcánicas, hace más de 4.000 millones de años, expulsó a la atmósfera gases y vapor de agua, que se condensó y volvió nuevamente a la superficie en forma de lluvia, dando lugar a los océanos.

La Tierra es el planeta azul. Las 3/4 partes de su superficie están cubiertas por agua.


Imagen de satélite de la Tierra. El planeta azul

Imagen de satélite de la Tierra. El planeta azul

Actualmente, dos teorías explican el origen del agua, una volcánica por desgasificación del magma primigenio y otra extraterrestre en la que el agua llegó en asteroides que impactaron con la Tierra. Sin embargo, otros investigadores proponen que ambas hipótesis son complementarias.


Distribución del agua en la Tierra

La práctica totalidad (97%) del agua presente en la Tierra se encuentra en forma líquida en mares y océanos, mientras que sólo una mínima parte (el 3% restante) corresponde al agua helada (especialmente de glaciares y casquetes polares), al agua líquida de ríos, lagos y acuíferos, y al agua gaseosa de la atmósfera (la cantidad de agua contenida de los seres vivos es despreciable a escala planetaria).

A nivel global, sólo una ínfima parte (menos del 1%) es directamente aprovechable por el hombre. Un símil lo explica bastante bien. Si el planeta tuviera 100 litros de agua, la disponible para la Humanidad se limitaría a menos de un vaso.

La práctica totalidad (97%) del agua presente en la Tierra se encuentra en forma líquida en mares y océanos.

Si la Tierra dispusiera de 100 litros de agua, la apta para el abastecimiento a la Humanidad se limitaría a menos de un vaso.

Como es natural, estos porcentajes medios son muy variables a escala espacial. Es fácil comprender, por ejemplo, las diferencias hídricas existentes entre las selvas ecuatoriales y los desiertos. También son variables los balances de agua a escala temporal dentro de un mismo lugar. En nuestro recuerdo siempre están muy presentes las alternancias entre sequías e inundaciones, que reiteradamente sufrimos, especialmente en climas como el mediterráneo.

Así pues, aunque el balance de agua a escala espacio-temporal puede ser variable, a nivel planetario viene siendo constante desde la formación de la Tierra.

Síntesis de los porcentajes de agua en la Tierra

Síntesis de los porcentajes de agua en la Tierra

 

El ciclo del agua

Como es bien conocido, el agua, que puede encontrarse circunstancialmente en estado sólido, líquido o gaseoso, e igualmente en mares, casquetes polares, ríos, acuíferos o en la propia atmósfera, constituye un sistema en continuo movimiento, cuyo motor es la energía solar y la fuerza de la gravedad. A ese sistema lo denominamos ciclo hidrológico (o del agua), el cual se rige por el principio universal de la unicidad del agua.

El agua constituye un sistema unitario en continuo movimiento, cuyo motor es la energía solar y la fuerza de la gravedad. A ese sistema lo denominamos ciclo hidrológico, el cual se rige por el principio universal de la unicidad del agua.

Imagen esquemática del ciclo hidrológico

Imagen esquemática del ciclo hidrológico

Seguramente, todos hemos visto en alguna ocasión un esquema del ciclo hidrológico (o del agua). Éste comienza con la evaporación desde la superficie de mares y océanos (los mayores reservorios de agua de la Tierra). A medida que las masas de aire húmedo se elevan, se enfrían y el vapor se condensa en forma de pequeñas gotas. Éstas forman las nubes, cuya agua, bajo ciertas condiciones, cae por su propio peso dando lugar a la precipitación. Ésta puede ser líquida (lluvia) o sólida (nieve o granizo), dependiendo de la temperatura y grado de humedad reinantes. Existe otro tipo de precipitación denominada oculta (no la registran los medidores, los conocidos como pluviómetros), que consiste en la intercepción del agua de las nubes por la vegetación, o en la condensación directa del agua sobre la misma superficie terrestre (rocío o escarcha, según sea líquida o sólida).

Una vez precipitada el agua atmosférica según las diferentes formas que hemos visto, el agua termina tomando tres caminos principales diferentes, siempre interconectados entre sí. Una fracción importante vuelve a la atmósfera por evaporación directa y transpiración (vegetal sobre todo), es denominada evotranspiración. Otra parte se infiltra en el terreno, dando lugar a las aguas subterráneas almacenadas en los acuíferos, cuyos rebosaderos son los manantiales (a su vez origen de la mayor parte de los ríos). Y por último, otra parte escurre sobre la superficie, dando lugar a las aguas superficiales (ríos y lagos). No obstante, si se quiere ser más preciso, hay otras partidas no incluidas en las anteriores, como podría ser el agua inmovilizada temporalmente (durante horas o milenios) en forma sólida, o la que precipita directamente sobre mares y océanos.

El agua y los seres vivos

La presencia de agua líquida en la Tierra es la que ha propiciado la existencia de vida, al menos tal y como hoy la conocemos. Este hecho es posible, gracias a que la Tierra, se ubica en la denominada zona de habitabilidad estelar, es decir, en la región que hay alrededor del Sol, donde se dan condiciones ambientales propicias para el desarrollo de agua líquida. Por esa razón, la molécula de agua es el compuesto químico más importante del Universo. No hay vida sin agua. Todas estas afirmaciones aseveran lo indispensable que resulta el agua para los seres vivos que habitan la Tierra, desde los organismos unicelulares más primitivos hasta los más complejos.

El origen de la vida, estrechamente ligado al del planeta y al del agua, encierra aún muchos interrogantes científicos. La idea generalmente más aceptada es que se produjo por "azar" en un caldo primigenio, rico en compuestos orgánicos e inorgánicos expuestos a radiación y campos electromagnéticos. Ello, dio lugar a moléculas orgánicas elementales de las que por evolución surgió posteriormente la vida.

El agua constituye el medio en el que ocurren la mayoría de las reacciones celulares del metabolismo, de forma que existe una relación directa entre su contenido y la actividad fisiológica. En los seres vivos, el agua viene a representar entre el 60 y más del 90 % del peso total.

En el caso de los seres humanos, el 70 % de nuestro peso es a agua, de la que necesitamos beber aproximadamente dos litros al día (en adultos) para satisfacer las funciones fisiológicas básicas. Pero es que además, el agua es imprescindible para la vida del hombre en sentido más amplio de la palabra, para cocinar, para la higiene personal y del hogar, para la agricultura, la industria, para generar energía... En definitiva, la dependencia ancestral del hombre hacia el agua es la que ha condicionado la presencia y desarrollo de las diferentes civilizaciones a lo largo del espacio y del tiempo dentro del planeta, siempre junto al agua dulce de ríos, lagos o manantiales.

El consumo medio en España por habitante y día en 2013 se estimaba en unos 140 litros. Pero a este consumo directo hay que sumarle el agua necesaria para generar los bienes y satisfacer los servicios consumidos, a este concepto se le denomina "huella hídrica", por tanto, nuestra huella hídrica será el volumen total de agua que ingerimos, más la que gastamos en la ducha, al tirar de la cisterna... más la empleada en elaborar alimentos, nuestra ropa... Por ejemplo, en producir unos pantalones vaqueros se emplea de media unos 3000 litros, para unas zapatillas deportivas 4400 litros, para una camiseta de algodón 1200 litros...

En los seres humanos, el 70 % del peso corresponde a agua, de la que necesitamos beber unos dos litros al día (en adultos) para satisfacer las funciones fisiológicas básicas. Pero además, el agua es imprescindible para cocinar, para la higiene personal y del hogar, para la agricultura, la industria, para generar energía... El consumo medio en España por habitante y día para abastecimiento es de aproximadamente 140 litros.

Con los demás organismos vivos ha pasado algo similar, de manera que los ecosistemas acuáticos son los mayores reservorios de biodiversidad de la Tierra, en los que se encuentran más de las 3/4 partes de las especies descubiertas hasta el momento. No obstante, el mayor nicho de vida se encuentra aún por descubrir en los fondos oceánicos.

Los ecosistemas acuáticos son los mayores reservorios de biodiversidad de la Tierra.



Recreación del caldo primigenio del que surgió la vida